Ovidio Roca
Cultura del populismo
cocalero
Leímos en diario El Día,
que un experto internacional en materia de corrupción que visitaba Bolivia,
llegó a la conclusión de que:
“En este país es imposible reducir la corrupción a cero, y recomendó no
hacerlo, al menos no de manera radical, pues el país caería en un caos”.
Opinaba que los sobornos, las coimas y toda clase de atajos que toma el
boliviano en su vida cotidiana, son el modo que ha encontrado para sortear la
burocracia, sobrellevar la debilidad del Estado y obviamente es la forma de
supervivencia de millones de bolivianos, ante la ausencia de oportunidades de
trabajo dignas”.
Esto implica para
nosotros, que la solución debe ser integral, cambiar el modelo populista
cocalero y erradicar a todos sus dirigentes. Si no: Jodidos estamos todos, nos
decía tiempo ha un dirigente mirista.
Principios y valores
ciudadanos
Cada vez más, vemos la
pérdida de principios y valores éticos y democráticos y esto como producto de
la adaptación de la población al modelo populista del masismo y así poder
sobrevivir bajo el Gobierno populista cocalero.
Los valores sociales, provienen de un proceso donde las acciones de las
personas y sus efectos tanto útiles como negativos van configurando un conjunto
de normas y valores de comportamiento social, las que a través de su desarrollo
y mediante su transmisión, al entorno de la familia y la comunidad van conformando
un sistema de creencias y valores que orientan y regulan la vida de la
sociedad. Estos principios se
manifiestan y se hacen realidad en nuestra cultura social cotidiana, en nuestra
forma de ser, de pensar y conducirnos.
La corrupción y la cultura autoritaria de la
jefatura sindical y corporativa que gobierna actualmente el país, es una parte
intrínseca del modelo populista cocalero. Las personas conviven en este
ambiente de temor a la autoridad y sujetos a permanentes presiones, exigencias
de sobornos y coimas; por lo que usan toda clase de atajos para sortear la
prepotencia de los caciques y de la casta burocrática con el fin de sobrellevar
la ausencia de un Estado de derecho.
Es así que se configura una forma de vivir y de
actuar para gran parte de la sociedad boliviana.
Esta sociedad populista cocalera y su ambiente
de anomia es la que impulsa a las personas a dedicarse a las actividades
informales y así conseguir ingresos económicos y lo hacen dedicándose al
cultivo de la coca, el contrabando y trabajos precarios. Y esta es la forma de
supervivencia de millones de bolivianos, ante la ausencia de oportunidades de
vida y de trabajo dignos y con esto lamentablemente estamos perdiendo el rumbo
correcto de la sociedad, porque la corrupción se ha vuelto una práctica
extendida en el manejo del país, donde las personas encuentran como única
salida corromperse para sobrevivir, pues consideran que ya no existen espacio
para la gente decente, para la ética personal y el respeto a las leyes y normas
de convivencia democrática.
En consecuencia el
problema actual del país, está en la ausencia de valores éticos y democráticos
y la prevalencia de una justicia corrupta, donde no existe un criterio cierto
de lo que es correcto o no lo es. Donde todo es poniendo, plata o influencia.
En consecuencia, por su experiencia cotidiana y
su seguridad, gran parte de la gente sabe que las leyes no funcionan y que lo
peligroso e incorrecto para ellos, es cuestionar y malquistarse con el
Gobierno, el jefe del sindicato, el cacique cocalero y sus esbirros y con esto
se condenan a seguirlo soportando por siempre, pues han perdido la voluntad de
defender sus vida, sus derechos y los de sus familiares.
No hay comentarios:
Publicar un comentario