Ovidio Roca
En general los ciudadanos desean vivir bien y en un
país donde pueda hacerlo con libertad y seguridad, en un ambiente sano, trabajando
y desarrollando la economía y la cultura con dignidad, prosperidad y paz. Para lógralo
hay que ganárselo con esfuerzo, pues en verdad “no hay almuerzo gratis”.
El problema está en el enfoque ideológico y los medios
utilizados para conseguir dicho desarrollo. Pues una cosa es el desarrollo
libre y creativo que se realiza conforme a las reales posibilidades del país y
a la iniciativa y capacidad de trabajo de su gente y dentro de un marco de estabilidad,
seguridad jurídica y confianza en las autoridades, que es el ambiente que
impulsa la inversión, la producción y el desarrollo.
Otra muy distinta es un desarrollo estatista, característico
del comunismo y populismo, decidiendo y concentrado la inversión en ciertos
sectores que deciden los funcionarios del gobierno y que se implementa siguiendo
directivas públicas, empresas estatales y obras públicas. Un típico ejemplo de
esto es la Planta de Urea en el Chapare la que necesita ser muy competitiva
internacionalmente y absurdamente se localiza en una región sin infraestructuras
básicas, lejos de las materias primas y los mercados y sin vías de transporte. Pero
eso sí, de exorbitante precio.
Antes se hablaba de la economía comunista, la que ya
no existe en el mundo, ni en China. Ahora los populistas aplican un modelo
económico capitalista salvaje, sin reglas, salvo la de asegurar la mayor ganancia
para los dirigentes. Evo el 1 de Abril 2021 declaraba. “El MAS sigue siendo un
movimiento político de liberación y tiene su programa del pueblo, la base es una nueva política económica y
se sustenta en las nacionalizaciones”.
Los populistas maestros de la mentira, cínicamente y
mediante un Comunicado del Grupo de Puebla (ex Foro de San Pablo), hace poco declaraban:
“El mundo está en disputa entre dos modelos; el de la restauración del viejo
orden conservador subordinado a los gobiernos de EE. UU. y a los organismos
internacionales, que imponen el orden neoliberal reciclado a escala planetaria
o el modelo (populista) de integración de los pueblos basado en principios de libertad,
igualdad, justicia social y el respeto al medio ambiente, a la diversidad y al dialogo”.
Este es un discurso ideológico populista, mentiroso y cínico, pues los que
queremos ver podemos constatar que en los países castrochavistas no existe
libertad, ni igualdad y menos justicia para los opositores. Que la destrucción
del medio ambiente es su práctica permanente mediante la tala y quema de
bosques, la contaminación de los cursos de agua por la minería y sus desechos
tóxicos de mercurio y ácidos de la industria del narcotráfico que es su base
económica.
Además los populistas del Grupo de Puebla, desconocen el principio de la
alternabilidad democrática “burguesa” y luego determinan que es un “derecho
humano de los gobernantes populistas ser reelegidos indefinidamente”.
Muchos individuos que se
sienten solos e impotentes, buscan pertenecer a una estructura y un orden
social que lo acoja y allí aparecen los ideólogos populistas que les presentan
una ilusión que da contexto y estructura sus aspiraciones y para captarlos le presentan
al enemigo común; aquel que nos ha robado lo que nos pertenece, la burguesía,
el imperialismo.
Esta
práctica la vemos permanentemente y sabemos a lo que conduce, pero muchos lo
olvidan y por temor e inseguridad siguen apoyando a los populistas esperando,
que esta vez, sus promesas sean ciertas.
En la actual crisis económica, social y pandémica, el Gobierno
centralista y hegemónico no es la solución a nuestros contratiempos, más bien este
Gobierno es el problema. Lamentablemente algunos, más bien muchos, tienden a
creer que la sociedad se ha vuelto demasiado compleja para ser gestionada por
el gobierno local y que es el Gobierno central con un grupo élite, más bien de
ll´unkus, es el que debe hacerlo.
Por esto es que aquella gente que se siente impotente,
pide que el gobierno central solucione sus problemas locales. El asunto es que
si nadie de nosotros es capaz de gobernarse a sí mismo; quién de nosotros o de
ellos, es capaz de gobernar a los otros. ¡Yo el Chapulín colorado, el Evo coca!.
Este discurso ideológico
y cínico del populismo distorsiona la propia realidad y
así permite la permanencia en el poder del Cacique que manda y ordena y esto
será así hasta que el ciudadano asuma su responsabilidad.
ovidioroca.wodpress.com
1 comentario:
Lo leí y me gustó, esto es lo que pasa en este mundo de muchos picaros
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