Ovidio Roca
“Yo soy yo y mi
circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo”. Ortega y Gasset
Me crie en el campo, allá por los años cuarenta y
cincuenta, en una Estancia llamada San Lorenzo que se encuentra en lo que fuera
uno de los varios asentamientos de Santa Cruz, el pueblo itinerante. Este antiguo
asentamiento en la ribera del Rio Grande, era llamado San Lorenzo de la Barranca
y también de la Frontera; cerca de Montero Hoyos.
Una Estancia donde había vacas y toros, gallinas y gallos, gatos y gatas,
perros y perras y en un entorno natural lleno de todo tipo de flora y fauna
silvestre.
Los toros engendran con las vacas, las vacas se preñan, paren y producen leche
que los terneros chupan. Las personas así como como el resto de los animales lo
hacen de igual modo, por lo que las manifestaciones del sexo natural y
biológico para los niños y en general para todos, viviendo en ese ambiente eran
claras, explícitas y funcionales.
En esa época entender el sexo era fácil; habían machos,
hembras y juntos procreaban. Los hombres con paloma orinan de pie detrás de un
árbol, las mujeres con sapo lo hacen de cuclillas detrás del árbol vecino. En
esos tiempos no se dudaba de la
identidad sexual, mientras ahora navegan sin norte entre 164 géneros
inventados.
En el ámbito de las diferentes culturas, los roles
sociales masculinos y femeninos han ido evolucionando sin parar y nunca se puso en tela de juicio el hecho de
que los hombres y las mujeres pertenecen a sexos diferentes como se lo hace
ahora con las teorías de género.
La ideología de género actualmente considera un delito de odio, afirmar que los niños nacen niños y las niñas nacen niñas. Por lo contrario consideran que el sexo de las personas es una construcción cultural y no una determinación biológica, por lo cual cada uno y cada una, pueden atribuirse el sexo que mejor les acomode y en cada momento
Los machos humanos al igual que sus ancestros cazadores
y recolectores, cumplen una función protectora y de apoyo; las hembras engendran
y durante nueve meses mantienen en su vientre la cría y cuando paren la
amamantan, crían y educan durante años. Miles de años atrás al inicio de la
vida en comunidades, la mujer por su función maternal se quedaba en la vivienda,
mientras el hombre salía al campo, ejerciendo su rol de cazador y recolector.
Las mujeres en ese su trabajo sedentario, observan que las semillas de las diversos
frutos que consumen y luego arrojan en los alrededores, fructifican. Con el
tiempo ellas recogen y siembran las simientes en lugares cercanos y luego
logran la cosecha, con lo que se da inicio a la agricultura.
En las Estancias del oriente, los hombres trabajan en
el potrero y el corral manejando el ganado y ordeñando, y en el chaco carpiendo,
sembrando y cazando cuando faltaba la comida. Viajaban arreando el ganado para
venderlo y traer del pueblo algunos artículos esenciales, como machetes, palas,
hachas, sal, escopeta, alambre de púa, todo lo demás se lo producía en el lugar.
La mujer se quedaba en la estancia, la administraba; cuidaba que los mosos
vayan a los potreros, al chaco, que las empleadas de la casa grande tengan todo
limpio y la comida lista para todos y de paso ella se encargaba de la educación
de los niños, lectura, escritura, aritmética y memorizar las tablas cantando.
Recuerdo que cuando me traslade al pueblo se veían
algunos pocos amanerados a quienes les decían frescos. Ellos generalmente trabajaban
ayudando en las labores de la casa, cocinado y horneando. Nadie se complicaba
la vida y ellos, creo que tampoco lo hacían. Luego en el colegio y en el
trabajo tuve algún pariente y amigos frescos, pero ellos no eran ostentosos y
mantenían su privacidad, la que era respetada.
Esto fue antes del mundo del espectáculo, donde todo tiene que ser publicitado y
en el cual nada ni nadie existe, si no está en Facebook.
Somos producto de nuestras circunstancias:
experiencias, conocimientos, valores y debemos lidiar con ello; pero un poco de
cultura general siempre ayuda.
ovidioroca.wordpress.com
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