Ovidio Roca
Bolivia es un país de gran diversidad
sociocultural y muy rico en recursos naturales, aunque de bajo nivel educativo
y tecnológico. Desde su inicio como Estado ha tratado de conformarse como una Nación soberana, sobreponiéndose a sus
disparidades étnicas, culturales, geográficas y procurado construir la
ciudadanía nacional boliviana; aunque con distintos enfoques y muchos tropiezos.
Mientras el populismo lo hace desde una
perspectiva colectivista y étnica, el liberalismo apuesta por el ciudadano,
como individuo libre y responsable de su vida y destino. En consecuencia los populistas se definen e
identifican acudiendo a la melanina y no a las neuronas, por tanto construyen una
identidad para lo que llaman “el pueblo” y le dan una cara indígena para diferenciarse
y enfrentar al otro, al enemigo q’ara que tiene menos melanina y así poder derrotarlo.
Históricamente y desde la fundación
del país, los dirigentes de los pueblos andinos y mineros detentaron el
Gobierno y esto porque la economía estaba sustentada en la minería de la plata,
del oro y la explotación de la mano de obra indígena. El resto del extenso país
y con escasa población les era ajeno (solo monte y culebras) y desconocido para
el centralismo. Tan es así que centrados exclusivamente en sus minas y ayllus
proveedores de mano de obra, se dejaron arrebatar la mitad del país y poco les
importo.
La economía en los
habitantes de los llanos, que se encontraba aislada y “lejos de todas partes”, era agropecuaria e individualista. Cada
persona de acuerdo a sus posibilidades, que eran bastante precarias, decide
libremente su forma de vida y su destino en un marco de convivencia armónica y
respetuosa con los demás. Esto condice con las características del sistema democrático
liberal, que garantiza las libertades individuales, libre asociación productiva
y/o creativa, respeto por la propiedad de lo producido por cada uno y libre
intercambio de los frutos producidos y ofrecidos; pero no con el colectivismo
del populismo cocalero.
Cuando la economía minera declino y los llanos emergieron con su potencial
agropecuario y agroindustrial con capacidad para alimentar la población y exportar;
los populistas cocaleros para dominar a estos pueblos acudieron a la
colonización, a la migración étnica, a fin de controlar numéricamente y
políticamente a la población mestiza oriental.
Se produce un masivo traslado poblacional y a los colonos se les dota de
tierras, las que los migrantes andinos utilizan siguiendo sus patrones
culturales; es decir civilizar la tierra, destruir el monte, destruir al “Sacha Runa” y plantar coca y
otros productos alimenticios. Sin embargo el mayor negocio es quemar todo el
bosque para legalizar la propiedad y posteriormente venderla a empresarios que
vienen de otras regiones y países.
Una población que históricamente ha constituido
su identidad propia puede asimilar a los individuos, pero no asimilar
comunidades de migrantes, sobre todo cuando estas son de otras culturas, son
masivas y representan más de la mitad de las poblaciones locales. Se trata de una
colonización que está dirigida por líderes con vocación totalitaria y que
cuentan con el respaldo de la economía informal y cocalera.
Para gobernar democráticamente un país, no es posible hacerlo ignorando al
otro y esto debe generar un amplio acuerdo a nivel político. Bolivia debe unirse desde su diversidad, respetándola y aprovechándola
de manera complementaria y positiva y para salir adelante tiene que encontrar
vías de convivencia, pues el enfrentamiento entre unos y otros es una mala
receta, y en lugar de esperar que un caudillo nos saque de
nuestros problemas debemos buscar juntos aquello que nos saque de esta crisis,
de esta pandemia moral y viral.
Actualmente estamos
presos del sistema populista cocalero, que desconoce la condición de ciudadano
libre y establece para la población una
condición de dependencia y sumisión forzada a los dictados del ente central
totalitario, el que impone su poder por encima de todo cuestionamiento y que
como la experiencia lo demuestra, termina indefectiblemente encabezado por un cacique
despótico.
Actualmente el Populismo cocalero busca continuar gobernando
totalitariamente el país, para esto han unificado el partido y la etnia, todo bajo
el manto de la hoja sagrada, de su industrialización y tráfico. Utilizan profusamente
el indigenismo, que significa utilizar los indígenas como pongos políticos y mantienen
el discurso demagógico, de luchar por los pobres y necesitados pero solo como
pretexto para llegar al poder. No le interesan las personas, el ciudadano
libre, sino el retorno al caudillo, a la tribu étnica, a sus mitos, siendo
ellos los gobernantes. Para ellos el enemigo es el q´ara librepensante, que mantiene un distanciamiento
con el populismo y la coca, por lo que los masistas lo ven como símbolo de
amenaza y provocación.
Dadas las característica del país la mejor
opción de gobierno es la de un Estado Republicano Federal. En el Estado Federal
cada persona al margen de su origen étnico y cultural, decide libremente su
forma de vida y su destino en un marco de convivencia armónica, pacífica y
respetuosa.
Actualmente el país enfrenta graves crisis de salud,
empleo y justicia y para afrontarla se requiere de un gran acuerdo nacional,
asimismo y para avanzar hacia las autonomías y el Federalismo, se necesita implementar
“el pacto fiscal” y la agenda para cumplir con los objetivos de desarrollo
sostenible 2030.
ovidioroca.wordpress.com