Emmanuel Rincón
La ruina moral es la nueva tempestad
que tiene el socialismo progresista para destruir nuestras sociedades, la
esclavitud del nuevo siglo no será física, será mental.
Un mundo lleno de etiquetas dividido
en colectivos, así funciona el nuevo reino del terror. Primero se crean
numerosas categorías: queer, gay, pansexual, heterosexual, o negro, latino,
blanco, y luego viene la etiqueta que define la segmentación: oprimidos y
opresores.
Heterosexual: transfóbico e
intolerante opresor.
Gay: oprimido y víctima.
Blanco: cerdo supremacista opresor.
Negro: oprimido y víctima.
Capitalista: cerdo sin escrúpulos
individualista y opresor.
Socialista: oprimido y víctima
—justicia social—.
No hay absolutamente nada casual en
la corrección política de hoy, nada de esto es producto de los avatares del
destino, nos segregan en comunidades, grupos, razas y luego nos mandan a la
guerra armados con etiquetas de odio, así se riega la sangre, se revierte el
sistema y triunfa la revolución.
La ruina moral es la nueva tempestad
que tiene el socialismo progresista para destruir nuestras sociedades, la
esclavitud del nuevo siglo no será física, será mental.
No hay expresiones más lamentables e
inquisidoras que “comunidad gay”, “comunidad negra”, “colectivo LGBT”, ¿acaso
los gays o los negros son otra especie? ¿En dónde queda la comunidad humana?
¿Por qué este afán por segregar? Incluso decir que la comunidad gay es
“hermosa” o que todos los negros son víctimas es algo espantoso y falso, la
discriminación positiva es igual de nociva, existen gays violentos,
racistas, mentirosos, delincuentes, así como muchos otros gays valiosísimos,
inteligentes, productivos y ejemplares; esto mismo aplica para negros y
blancos, para mexicanos y japoneses, y así con todo colectivo que no se imponga
desde la violencia del fanatismo, que más que una construcción social sea una
herencia; usted no elige ser negro, blanco, gay, heterosexual, ruso o
norteamericano, pero usted sí elige ser comunista, nazi, convertirse en un
inquisidor del pensamiento contrario, o por el contrario también puede elegir
respetar las decisiones individuales de los seres humanos, abrazar la libertad,
la diversidad de pensamiento y comprender que todos somos, podemos y debemos
ser distintos, desiguales, sin que esto se convierta en motivos de
enemistad.
Todo colectivismo político es una
matriz ideológica peligrosa, pues construye muros de intolerancia, genera
etiquetas de odio, desata guerras socioculturales, y siempre terminan perdiendo
todos. La belleza de la experiencia humana, la emoción por la vida se basa
precisamente en la diversidad, cuando se busca equiparar a la fuerza a todos
los individuos lo que se consigue es envenenar a toda una sociedad; si usted
mezcla en una licuadora diversas semillas llenas de nutrientes y minerales, y a
esos elementos les agrega una gota de veneno, sin importar la potabilidad de
los nutrientes y la pureza de los minerales toda la mezcla se pudrirá, entonces
en vez de aislar el veneno lo que se hace es democratizarlo, ese es el único
fin de los colectivos políticos —comunismo, socialismo, nazismo, fascismo,
progresismo—, envenenarlo todo, no dejar especie viva, aniquilar la humanidad.
Este mes ha sido extraordinariamente
insoportable, ya es suficiente lidiar con el coronavirus, las crisis
sanitarias, políticas, las pérdidas económicas, cuarentenas, falta de empleo,
para agregarle a estas horas oscuras de la humanidad los tintes de brutalidad y
salvajadas para supuestamente combatir el racismo con más racismo, y además
inundar todas las empresas, universidades y hasta instituciones militares con
la bandera gay, ¿de verdad es necesario? ¿Cuándo se convirtió en un pecado ser
blanco o heterosexual? ¿Cuál es el propósito de que ahora hasta Bob Esponja y
las comiquitas salgan con la bandera gay? Un niño no debería estar en su
infancia pensando o siendo ideologizado sobre si es gay o heterosexual, un niño
debe estar preocupado por jugar en el patio, llenarse las manos de tierra y
aprender a leer y escribir.
La institución militar tampoco tiene
la necesidad de ser un colectivo gay, los hombres y mujeres de armas de forma
individual deben tener la libertad de practicar en la intimidad el sexo con
otros hombres, mujeres o transexuales si gustan, sin que esto sea una política
del cuerpo militar, la única bandera que deben portar las fuerzas armadas son
las de sus naciones.
Uno de mis mejores amigos es gay,
vivo con él, salgo con sus amigos homosexuales, y nunca estoy pensando en las
etiquetas, otro de mis mejores amigos es negro, y contrario a lo que dice CNN o
el New York Times no nos odiamos, entonces, ¿cuál es el fin de todo esto? ¿En
dónde va a parar ésta pendiente vertiginosa?
Si seguimos por este camino va a
llegar el momento en el que ser blanco o heterosexual será considerado una
ofensa, o incluso, un motivo de desgracia, entonces comenzarán a gritar:
“¡Asesinen a todos los blancos!, ¡asesinen a todos los heterosexuales!”, entonces
nos vamos a extinguir, ¡por pendejos!
Fuente: PanamPost
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