Ovidio Roca
Me dijeron que en el Reino del Revés
nadie baila con los pies,
que un ladrón es vigilante y otro es juez
y que dos y dos son tres: María Elena Walsh
En Bolivia las autoridades plurinacionales se regodean
de su éxito y no toman en cuenta que la crisis económica, en este país macro
dependiente de las materias primas, es menos palpable y visible
gracias a su economía informal, al narcotráfico y contrabando; aunque
a la larga esto destruirá la economía y moral del país.
A su vez la percepción
generalizada para los militantes masistas es que la manera más eficaz de
enriquecimiento y ascensión social es la toma del aparato del Estado donde la
corrupción campea y es común ver en las instituciones públicas que los miembros
de la cúpula hace negocios en el marco de una formalidad suigeneris, que
significa recibir entre el veinte y treinta por ciento de toda adjudicación, monto
que los ofertantes ya incluyen como parte de sus costos. El resto de
funcionarios, con honrosas excepciones, se dedican a la corrupción al raleo,
cada uno saca lo que puede en su posición, desde la propina para mover un
trámite, hacer desaparecer una multa, proveer información de futuras obras y
contratos, etc.
Me decía un empresario: “que crees que debemos hacer, entre que nos persigan y presionen a
nuestra familia o hacer negocios, mejor es hacer negocios”. Y Evo asegura, “Saben los empresarios que están ganando
mejor que con los gobiernos de derecha”.
Además de la informalidad y la corrupción; el nefasto legado
que dejará el MÁS y que costará tiempo y esfuerzo superar, es esa cultura de la
anomia, de pérdida de confianza y ausencia de autoridad. Durante su gobierno los
masistas se han preocupado de destruir la escasa institucionalidad existente, destruyen
las instituciones, prostituyen a los funcionarios y aprueban leyes mal hechas,
leyes inútiles y peor aún, administradas y aplicadas en función de los
intereses de la cúpula gobernante y la estrategia de poder omnímodo del
gobierno masista.
Como consecuencia de esto, la gente no tiene confianza en nada ni en nadie, no cree en la
justicia, ni en las autoridades administrativas y judiciales, con lo que las
reglas sociales se han degradado o se han eliminado y ya no son respetadas por
la población.
Y como producto de esto, gran parte de la población tampoco
cree en sí misma y se ha creado una mentalidad primaria, infantil, caprichosa, que
grita y patalea, destroza todo; no asume sus propias responsabilidades, pide y
exige, pero no asume y espera que otro solucione sus problemas, por lo que
acude permanentemente a las movilizaciones para defender sus intereses pues
saben que dejar esto en manos de los administradores y funcionarios públicos es
una ingenuidad, pues las decisiones de las autoridades responden a la
estrategia de poder del gobierno del MAS y nada más.
Esto ocurre últimamente en el problema de límites departamentales y regalías del
campo Incahuasi, cuya solución obvia es aplicar la ley, apoyados en información
técnica veraz y objetiva. El problema es que ni el gobierno ni los jueces son creíbles
ni confiables para nadie.
En esta sociedad de desconfianza para formar una conciencia ciudadana se
debería enseñar en las escuelas, como antes se hacía, la materia de Educación Cívica
y sobre todo predicar con el ejemplo. Mientras tanto a nadie se le
ocurre demandar ni exigir de la población que asuman su responsabilidad
personal. Por ejemplo para parar ese desorden de los mercados en Santa Cruz, no
se les ocurre decirle a la gente, que colaboren y que no compren a nadie
asentado fuera de un lugar establecido para hacerlo; en el entendido de que si
no compran no habrá ventas y por tanto no habrá vendedores. Además de aplicar las correspondientes sanciones a vendedores y compradores.
Finalmente no debemos olvidar que una democracia es un
Estado de Derecho, que se consolida mediante el cumplimiento de la ley, el
respeto a las normas y cuando flaquean estos pilares de la convivencia, como lo
vemos ahora, la democracia está en riesgo. El problema es que nos hemos
olvidado que lo importante son las acciones y los hechos y no las palabras
vacias, como dice T. Huxley: “Los hechos no dejan de existir
porque sean ignorados”.
ovidioroca.wordpress.com
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