Ovidio Roca
Durante las últimas décadas, permanentemente nos vemos sacudidos
por noticias de los actos terroristas cometidos por fanáticos islamitas,
quienes en nombre de dios atacan a los infieles, vale decir al resto del mundo.
Como sucedió en todo el
planeta, el mundo musulmán en ese su enorme y diverso territorio se ha venido desarrollando
sobre realidades sociales y culturales distintas entre sí y con respecto a las
otras culturas, especialmente la occidental. La población musulmana al igual
que la católica es importante, llega a más de mil trescientos millones de
fieles y es la religión que en la actualidad más crece en el planeta.
Desde antes y especialmente durante la guerra fría, las potencias
occidentales por intereses políticos y económicos, principalmente el petróleo,
intervinieron muchos países entre estos los del oriente medio e impidieron
que estos encuentren libremente su camino y definan y consoliden las
estructuras y modalidades de su propio modelo de gobierno y poder, que no
necesariamente debía ser el modelo occidental democrático.
El dominio colonial europeo sobre el territorio árabe y musulmán, lo fracturó
y debilitó, dividiéndolo en una serie de estados rivales con identidades
nacionales forzadas, que reemplazaron el mundo más poroso e interrelacionado de
los viejos imperios. Con esto se destruyó
y distorsionó su proceso civilizatorio y ahora ellos se vengan de sus enemigos,
matándolos y causándoles el terror.
Amplias masas del mundo
musulmán consideran que la Yihad, al que llaman Guerra Santa, es el último
recurso para prevenir la desaparición de su identidad islámica, frente a las
dinámicas de la secularización y modernización del capitalismo global.
Los Islamitas cuando
toman el poder en algún país, implementan la teocracia que unifica y centraliza
el poder y reglamenta la forma de vida de los seguidores, y mientras las potencias
occidentales los atacan con armas, los yihadistas que se sienten y se ven
invadidos y desgarrados, usan lo que tienen a mano para causar el temor a sus
enemigos, los infieles, matando indiscriminadamente a la población civil,
buscando como estrategia el efecto mediático y por tanto amplificando el terror
y el odio de unos y otros.
Isis es una franquicia
del yihadismo que compran fanáticos y desquiciados, los que usan eficientemente
el terror y el impacto Mediático en las redes del internet. Como
estrategia, la yihad, el terrorismo islámico, no ataca necesariamente a los
poderes reales sino a sus símbolos, pues ellos no poseen fuerzas armadas, ni aviación,
ni navíos para combatir, pero disponen de una enorme capacidad de odio y
destrucción por su fanatismo y capacidad de inmolación y esperando como
recompensa un cielo de goce sensual y con 73 huríes que lo esperan.
En occidente luego de
un largo y penoso proceso civilizatorio los países coloniales y colonizados procurando
superar sus rencores, han coincidido en
que la mejor opción es adoptar la institucionalidad y los valores
democráticos y religiosos inclusivos y de respeto al ser humano y su diversidad
étnica y cultural.
Las personas en su casa,
en su hogar, encuentran su seguridad y el amor familiar y es el lugar donde
invitamos a nuestros amigos, y es de norma que los invitados respetan el hogar
y los valores y creencias de los dueños de casa y como contraparte ellos
respetan los valores de los invitados y así se logra una mejor y sana convivencia.
Lamentablemente el
Islamismo en su versión fanatizada, es la única religión que usa el terrorismo
para combatir y en su caso exterminar a quienes no comparten su fe. Y la
experiencia enseña que no deberíamos invitar ni permitir la entrada a nuestra
casa a quienes por no compartir su fe nos consideran sus enemigos y para
combatirnos llevan el puñal y la bomba bajo el poncho.
ovidioroca.wordpress.com
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