domingo, 12 de junio de 2016

EL CIUDADANO EN SU LABERINTO

EL CIUDADANO EN SU LABERINTO
Ovidio Roca
Vivimos épocas de turbulencias en las cuales la población sobrevive a duras penas en un ambiente de inseguridad, huelgas y bloqueos, que perjudica a todos y hace que la actividad productiva decaiga y el costo de los bienes y servicios se incremente cada día. Son los signos típicos de un modelo de Gobierno y economía que se empieza a desintegrar.
En la predica diaria, se aplica un esquema de demonización y ataque permanente a la empresa formal, por lo que las empresas quiebran y crece el empleo precario, lo que conduce a que la gente con menor nivel educacional se busque la vida con el comercio informal, el contrabando, el narcotráfico y como una forma de autodefensa se organicen en grupos sindicales corporativos, los que buscan abrirse paso a como dé lugar.
La población en este laberinto se siente cada día más agobiada por el uso abusivo que hace el Gobierno de las leyes y de la justicia, para utilizarlas como arma política y de exacción. Todo esto en un ambiente donde la corrupción de los funcionarios públicos se hace cada vez más generalizada. Por otro lado, la caída de los ingresos limita los recursos públicos para que puedan seguir con su política populista y dispendiosa, por lo que la población empieza a preocuparse y se torna más exigente.
Como consecuencia de todo esto, gran parte de la población ya no cree en el gobierno ni en su política; tampoco en las leyes e  instituciones y menos las respeta. La población se resignó o se acomodó al desorden social y gubernamental y pasó a ver como normal las trágicas noticias sobre la corrupción, la incapacidad gubernamental, ​las marchas y bloqueos, la violencia delincuencial y el deterioro de los servicios públicos, pero como todo, esto tiene su límite.
Y ocurre, que mientras una parte de la población cansada de esta situación demanda al Gobierno nacional; orden, seguridad, educación, salud, independencia de los poderes públicos, idoneidad de los funcionarios estatales y cambios profundos para atajar la corrupción; otros se sienten más cómodos en este ambiente de anomia, informalidad, anarquía y de grupos sindicales y corporativos permanentemente movilizados, pues en este ambiente ellos son mucho más eficaces y competitivos que el resto de la ciudadanía y por ende consiguen con más facilidad sus objetivos sectoriales e impunidad para sus actividades informales.
Y aquí es donde se presenta el drama del ciudadano en este laberinto de trágicas pugnas de visiones de Estado y de futuro y de cuya adecuada resolución depende nuestro futuro como sociedad y como país.
La cúpula gobernante piensa que podrá controlar y administrar la anarquía, pero cuando la economía dependa aún más del narcotráfico y las actividades informales; los carteles del narcotráfico se impondrán y será el fin de cualquier forma de convivencia pacífica, democrática y civilizada y ahí todos perderemos.
Un estado forajido como este, no es deseable ni viable para los ciudadanos y tampoco lo es para la comunidad internacional, la cual para su propia seguridad demanda de sus vecinos un Estado de derecho y respeto al orden internacional.
Para superar esta situación se necesita comprometerse y pensar en el largo plazo, trabajar  e invertir en la correcta formación cultural y moral del pueblo y esto a partir desde la base, las familias, escuelas y universidades, instituciones públicas, empresas, partidos políticos, iglesias, etc. pues es tarea de todos, comenzando con priorizar los principios éticos y la educación para el trabajo y la búsqueda de la excelencia en este mundo globalizado de la información y el conocimiento; enseñando al pueblo a ser libres y responsables de su vida y su país.

ovidioroca.wordpress.com

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