QUEREMOS PROMESAS BASTA DE REALIDADES
Ovidio Roca
Para los asuntos cotidianos somos bastante racionales;
nos preocupamos por elegir el mejor mecánico, el mejor albañil o cocinero; pero
para lo trascendente, para aquello que marcará y definirá nuestro futuro no
tanto, pues nos gustan las promesas. Actualmente y en vísperas de elegir a las
autoridades que van a dirigir y administrar el país, deberíamos tomar una buena
decisión, aquella que convenga a nuestros intereses y los de nuestros
descendientes. Para esto es necesario conocer lo que ofrecen los políticos, mirando
no tanto lo que prometen sino lo que realmente pueden aportar al país y la
sociedad, considerando que la eficiencia y honestidad no se proclaman, se
demuestra en los hechos. No olvidemos que “el que sabe hace y el que no,
promete y discursea”.
No se trata por tanto de que nos ofrezcan bonos y
prebendas, construir una escuelita aquí o una cancha de pasto sintético por
allá, o combatir la inseguridad, apresar a los borrachos y ofrecer créditos.
Pues lo que realmente debería interesarnos como sociedad y personas conscientes
es un modelo de Estado viable, una política económica y reglas de juego claras
y permanentes. Vale decir un ambiente de libertad y de seguridad para que la
gente se capacite, trabaje y logre su progreso y bienestar.
Requerimos como sociedad propuestas se enfoquen en
la estructura y no a los regalitos y parches, pues de lo que se trata si
queremos un país que progrese, es un plan para reorientar la insostenible economía
extractivista actual, dirigiéndola hacia actividades productivas y renovables, con
alta tecnología y respeto al ecosistema.
Lo importante además de la propuesta programática e
ideológica de los candidatos es su capacidad de ejecutarla y eso tiene que ver
con sus antecedentes de idoneidad, de honestidad y coherencia demostrada en el
transcurso de su vida privada y pública; de su conocimiento y capacidad para hacer
las cosas, pues lo peor que puede ocurrir es que ensayen a ser gobernantes. En nuestra vida cotidiana no
subiríamos en un colectivo con un chofer trucho, ni nos someteríamos a una
operación quirúrgica con un carpintero, aunque sea bueno en su ramo.
Es de fundamental importancia también ver lo que los
socios políticos e ideológicos de nuestros candidatos hacen en sus respectivos países,
pues lo que ellos realizan allí también se repetirá en el nuestro. Y para tener
un adelanto de nuestro futuro podemos revisar cómo les está yendo en su vida diaria, en su economía personal y su libertad a la gente de los países hermanos del socialismo siglo xxi, por supuesto no a los jerarcas, sino al pueblo. Y la
respuesta nos salta a la vista (para quien quiere ver): En países democráticos
y de economía de mercado como Chile, Colombia, Brasil, Perú, Panamá, los ciudadanos
son más libres y más prósperos, mientras en los países bolivarianos dirigistas y
estatistas: Venezuela, Argentina, Ecuador, Bolivia (no hablemos de Cuba donde
viven miserablemente y esclavizados) van hacia el desastre, a corto o mediano
plazo.
La actual coyuntura
de precios internacionales de los productos primarios ha favorecido a esta
plaga de gobiernos populistas, enmascarando la demagogia y la corrupción de sus
líderes y su fallido modelo económico. Recién cuando caen los precios, la
incompetencia y la corrupción llegan al extremo y empiezan a faltar los
ingresos, constatamos una vez más que el modelo estatista y corporativista se
agota y termina por destruir los países, aun de aquellos con una riqueza
natural tan grande como Venezuela y Argentina.
En Bolivia, pese a los millonarios ingresos por el
gas y minerales durante estos últimos ocho años, no hemos logrado construir una
estructura económica con valor agregado, innovación y tecnología; somos cada
vez más extractivistas y ahora el 84% de nuestras exportaciones son gas y
minerales. La frontera agrícola no ha crecido, las empresas productivas no
aumentan ni se modernizan, por temor a las estatizaciones y tampoco se ha
descubierto algún nuevo pozo de gas. Las empresas expropiadas y las construidas
últimamente sin ningún criterio de eficiencia, producen poco y mal y no tienen
rentabilidad económica; pero de lo que no hay duda es que aportan pegas para
los militantes y muchas comisiones para los dirigentes. Ahora vemos en los
medios que lo que más prospera es la pluriburguesia cocalera, feliz al volante
de sus chutos.
Una tarea de los líderes políticos y sociales es escuchar
al ciudadano, planificar y actuar eficazmente con los mejores hombres que tiene
el país en cada campo. Y en las actuales circunstancias y pese a los eventuales
desencuentros lo urgente y prioritario es consolidar un frente democrático, que
postule a lo mejor, lo más idóneo, lo más honesto de la ciudadanía boliviana,
para desplazar del poder al socialismo corporativo cocalero o al menos eliminar
su actual dictadura parlamentaria.
Es también necesario que los periodistas, las
organizaciones cívicas, los intelectuales y los partidos políticos, ofrezcan
una permanente información, orientación y educación ideológica al ciudadano;
pues como fruto del populismo y la demagogia, la opinión de las personas y
grupos, está distorsionada y referida solo al corto plazo y a la satisfacción
inmediata de sus necesidades y apetencias, y no se piensa en la construcción de
un Estado viable y un régimen de convivencia social estable y con proyección
histórica.
ovidioroca.wordpress.com
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