domingo, 10 de noviembre de 2013

QUE SERA LO QUE QUIERE EL PUEBLO.

QUE SERA LO QUE QUIERE EL PUEBLO.
Ovidio Roca

Todos pensamos de manera diferente; no se piensa igual en una choza que en un palacio decía Engels hace dos siglos. La gente piensa de acuerdo a dónde y cómo vive, como se gana la vida y entonces se acomoda y adapta a su entorno; pero es poco probable que alguien lo haga pensando en el largo plazo y en su viabilidad.

Nuestros ancestros cromañón, que vivieron en la última glaciación, aprendieron a cubrirse, construir su refugio, cazar, recolectar y conservar sus alimentos antes que llegue el crudo invierno, y el que no era eficiente y oportuno en estos quehaceres moría; solo sobrevivían los que eran más previsores, mas habilidosos y más adaptables. Se dice que por esto los europeos que viven en climas extremos son más previsores que aquellos de los climas cálidos, de la eterna primavera.

Y nos adaptamos no solo a las condiciones climáticas, sino también a las facilidades de acceso a los recursos y cuando nos acostumbramos a ello, nos es difícil cambiar, aun cuando las condiciones mudan y entonces ya es tarde.

Los que hicieron este nuestro país, empezaron con un amplio territorio y extensas costas en el Pacifico, luego en busca de la riqueza, la plata del cerro de Potosí, se enclaustraron en las montañas, donde se encontraba aquello que en esa época y ahora, tenía valor: la plata, el oro, las gemas, los esclavos y los mitayos.

Era y es, una sociedad aislada en el centro del continente y afincados lejos del mar, donde se movía el comercio mundial, la gente, las ideas, las innovaciones; con un mercado pequeño y dedicados a la actividad extractiva, por lo que el país careció de las condiciones y posibilidades para iniciar su industrialización y menos aún con la competencia de economías costeras más adelantadas e industrializadas.

En este ambiente se fueron desarrollando economías duales; totalmente primitivas, en el campo, enclaves tecnificados en las minas y el resto en total aislamiento y abandono, y así con pocos cambios llegamos al Siglo XXI, con estas diversas economías de distinto grado de desarrollo y de tecnología y manteniendo como base principal la economía extractiva de hidrocarburos y minerales.

En el transcurso de los últimos cincuenta años se desarrollaron algunos sectores agropecuarios modernos y otros permanecieron anteriores al arado; alguna industria y servicios modernos y otros artesanales, y mayoritariamente una gran economía mercantil, de comercio informal y últimamente vinculada a la economía y flujos de dinero provenientes de la cadena de la coca y cocaína. El proceso de cambio ha constitucionalizado este ch’enko  de economías, mescla de estatismo con informalidad y alimentada por el narcotráfico.

Lamentablemente no pudimos desarrollar un cultura ciudadana de institucionalidad, como lo podemos comprobar en el día a día, con personas a quien le importa poco lo que se hace desde el Estado, no se inmuta con el desperdicio, las malas inversiones, la ineficiencia con que se maneja el Gobierno, pero siempre que les den lo que quieren y especialmente que los dejen en paz. Lo que una gran mayoría quiere del Estado, es que no interfiera en su actividad, que no los controlen, que dejen fluir libremente el curso de los negocios legales e ilegales, de coca, drogas y de contrabando, que no los molesten, que no los jodan. Ello viven al día y valorizan las ventajas del actual ambiente, que le permite ganar dinero, aun con las condiciones precarias de educación y dotación de recursos con que cuentan.

Pensando en estos procesos de condicionamientos y adaptación al entorno, la pregunta que podríamos hacernos los ciudadanos es: Existe algún interés de los beneficiarios de esta economía, plural, corporativa, informal (que incluye al 65% de las personas, las que se mueven en este ambiente como pez en el agua pese a sus baja formacion educativa), de cambiar el rumbo actual hacia una economía productiva, competitiva, basada en el conocimiento y la innovación?; y la respuesta, seguramente será que no.
Y la siguiente pregunta: Cual entonces el destino de aquellos ciudadanos que apuestan por una economía formal y legal, creen en la meritocracia, la iniciativa personal, la empresa privada en un ambiente de  competitividad
y en el Estado de Derecho
?, y la respuesta es, quien sabe.

El gobierno ha adoptado una receta económica estatizante, que destruye el aparato productivo y competitivo, con empresas públicas con sobreprecio, mal diseñadas, peor localizadas, ineficientes y fallidas; un estado con acomodo político en las pegas públicas y un capitalismo salvaje en el sector informal y cocalero.
Pero como muy poca gente piensa en el largo plazo, pocos se dan cuenta que estamos creando una sociedad y una economía insostenible y que puede hundirnos a todos en el caos y la violencia, y esto ocurrirá cuando se acabe el ciclo de los buenos precios de los recursos naturales, especialmente del gas, o ya no podamos venderlo a los países vecinos y cuando estos algún rato decidan combatir el negocio de la droga y la ilegalidad conexa.

Por su parte la clase media, aquella que no es muy amigable con la receta del Estado Plurinacional, ha recibido una dosis sistemática de persecución y terror, y aquejada del síndrome de Estocolmo, hasta se siente agradecida por el hecho de estar vivos. Han llegado hasta a pensar que no tienen derechos humanos y que su relativa tranquilidad se la deben al gobierno, por ignorarlos, por no ser pasto de los fiscales extorsionadores, por no ser acosados, ni enjuiciados, ni avasalladas sus propiedades, ni encarcelados y muertos.  
Debemos enfatizar, que en Democracia no es admisible que la mayoría decida en contra de los derechos e intereses de la minoría y de ser así esto no  es democracia y por tanto es necesaria restablecerla.

El derecho de vivir en un marco de respeto y legalidad, no debe ser una opción y es importante alertar a la población de la necesidad de apostar por un modelo de desarrollo sostenible y viable, donde las minorías circunstanciales son respetadas. No es posible que por interés, aunque sea de una mayoría, nos convirtamos en un estado forajido, donde la violencia y la droga sea el pan de cada día.

Este país y sus ciudadanos merecen un futuro viable y mejor que al que nos están conduciendo y existen últimamente buenos augurios de que los políticos y la ciudadanía al fin se  liberan de sus pequeños egos y rencores personales y entienden que hay que unirse en base a un programa, una propuesta de vida digna y que el líder que conduzca el proceso sea aquel que capte la confianza de la población y que es obligación de todos apoyarlo.

Debemos entender que no necesitamos promesas mágicas, que el camino que nos queda por delante es largo, que hay que construir confianza, construir democracia, construir instituciones, construir ciudadanía, construir empresas, economía y progreso, construir futuro.


ovidioroca.wordpress.com

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