HORMIGAS EN HELICÓPTERO
Ovidio Roca
Como casi todos los domingos salimos con las
exploradoras Andreina y Sofía, de seis y tres años, a caminar por el borde de
la quebrada. Los ambaibos mostrando sus hojas verdes (*) nos anunciaban que
habría buen tiempo. Aunque en estos tiempos de cambio hasta ellos se han hecho
mentirosos.
Al rato de caminar encontramos prendidos en el
tronco de un añoso árbol la ropa vieja dejada por los cucos, ahora ya tienen
vestidos nuevos y más amplios y andarán chirriando por allí. Seguimos camino y vimos al frente un gran
árbol de palo santo totalmente cubierto de flores y hormigas; bajo el árbol había
un gran claro circular totalmente limpio y sin ninguna brizna de hierba. Las
bebas querían jugar un rato por allí y rápidamente se los impedí, explicándole
que era el campo minado de las hormigas chocas.
Empezó a ventar pero según el ambaibo no habría
lluvia y les pedí que nos quedemos sentados un rato para ver volar a las
hormigas, pues solo faltaba un buen viento de cola para estas se eleven conduciendo
cada una su propio helicóptero de cuatro aspas que giran rápidamente. Ellas necesitan
volar y llevar la semilla a la lejanía para sembrar nuevos árboles de palo
santo y nuevas casas para las hormigas, comentábamos.
Llego la ráfaga esperada y empezaron a despegar los helicópteros,
eran cientos y se veían como un enjambre que se alejaba cada vez más alto y más
lejos, llevando la simiente de nuevos palos santos.
En el campo estas hormigas son temidas, pero también
dicen que son el santo remedio para curar el reumatismo; la receta es hacerse
picar por ellas diariamente y durante dos semanas. Muchas veces intente tratar
del reumatismo a mi esposa con este método originario, tan bueno, bonito y
barato, pero sin ningún éxito.
Recogiendo este saber popular, tiempo atrás mi amigo
Gunter Holzmann empezó a estudiarlo seriamente y lo hizo de manera científica
durante varios años, luego trabajo con laboratorios norteamericanos para
confirmar su utilidad y luego poder sintetizar la toxina para su uso terapéutico.
Hace poco le recetaron a mi esposa E.P.T. para el
tratamiento de la artritis reumatoide y consiste en inyecciones subcutáneas de
la toxina de la hormiga del palo santo que estudio Gunter. Mi esposa ha
decidido aceptar las inyecciones y aun se niega al tratamiento criollo de las
hormigas. Cualquier rato las exploradoras del Ocorotú la convencen de
acompañarlas al campo y allí con cariño le aplicaran la receta ecológica.
Notas:
(*) Cuando el ambaibo da
vuelta a sus hojas y muestran el envés, la cara blanca, seguro que llueve.
ovidioroca.wordpress.com
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