VICTORIA PELIGROSA O VICTORIA PIRRICA.
Ovidio Roca
Una victoria tramposa, amañada y peligrosa para
ellos mismos, la de Chávez-Maduro y un gran avance para la oposición
democrática y Henrique Capriles.
Una mitad de los ciudadanos han reivindicado la
cordura y entienden que su país necesita una perspectiva de largo plazo, de políticas
democráticas y economía de libre mercado, y la necesaria autoridad y responsabilidad
política para construir institucionalidad con independencia de poderes y sistema
económico, con reglas claras y estables.
Esta elección ha sido un magnifico logro, en un país
donde el ciudadano ha sido bombardeado durante 14 años con el discurso chavista
del socialismo, montado sobre el gigantesco carisma de Hugo Chávez; programas sociales,
nacionalización y regulación del mercado, pero aplicando en esencia capitalismo
de Estado y usando dispendiosamente los petrodólares recibidos del imperialismo.
Con esta predica constante, la percepción
mayoritaria del ciudadano formado en la cosecha de los petrodólares, es
inmediatista y por ejemplo, pese a sufrir una inflación del 25%, un déficit fiscal
del 12% y los cotidianos problemas de
desabastecimiento; una importante mayoría cree que gracias a las misiones y
ayudas han mejorado su situación. Pero, sobre todo, están totalmente
convencidos que es el Estado y no ellos, el que debe solucionar todos sus
problemas aplicando políticas
asistencialistas-clientelistas. Por su parte el gobierno los necesita en la
fila de los subsidios para controlarlos mejor.
Es Venezuela, un país que con el chavismo dejo de
producir su propio sustento, donde se ha destruido la industria y la
agricultura nacional, donde el sostén diario depende de las importaciones y
estas de la venta de petróleo (90 % de sus divisas), y donde pese a los
millones y millones de dólares recibidos, el desabastecimiento cunde, la
inflación se dispara, la deuda publica crece y existen problemas para disponer
dólares para las importaciones, aun de lo más esencial. Sin olvidarnos que en
la vida cotidiana se sufre de una angustiante inseguridad y del extendido
ambiente de la corrupción oficial.
Si Henrique Capriles se posesionara como Presidente,
contando solo con una pequeña ventaja electoral, enfrentar la crisis económica,
le requeriría tomar duras medidas de ajuste y estando fijada en la mente del
ciudadano la ilusión socialista y populista, ante el impacto de estas medidas de
ajuste se lanzarían en masa contra Capriles, acusándolo de burguesito enemigo
del pueblo y ello permitiría recomponer el chavismo e intentar la retoma del
gobierno, probablemente usando el golpe militar.
Bajo estas circunstancias es preferible, aunque será
muy duro para el pueblo venezolano, exigir y presionar para que Maduro asuma la
responsabilidad del desastre incubado en los catorce años anteriores y tome las
decisiones de ajuste económico y fiscal que se requieren con urgencia.
Evidentemente no lo harán, pero es importante que el pueblo se dé cuenta de
esta su incapacidad sistémica y de su fracaso, como un asunto de pedagogía
social.
Es necesario entender que el problema no es de
personas, no se trata de derrotar al caudillo, en este caso Chávez-Maduro
o Evo o Kristina, sino de derrotar y cambiar
el sistema económico perverso del populismo y estatismo llamado Socialismo del
Siglo XXI. Ceo que es previsible que el sistema colapse, se derrumbe, fracase y
caiga, como se derrumbó en la Unión Soviética, como lo sufren día a día los
cubanos, y así en carne propia, el
pueblo entienda que esta receta de socialismo estatista, no funciona, ni aun
con trillones de petrodólares. Lo lamentable es que el pueblo venezolano tendrá
que pagar y expiar por su afición populista, pero se trata de una experiencia pedagógica
muy dura que tendrá que asumirse y entenderse.
En esencia, aunque no es un problema de personas, el
carisma del líder y su sociopatia influyen en generar los extremos. El problema
real está en el sistema y lo que hay que atacar y cambiar es el sistema
económico fallido del estatismo y el populismo, llamado ahora de socialismo.
En los países donde la institucionalidad es débil o
no existe, el dirigente populista fabrica su propio sistema, aplicando las
recetas estatistas y populistas e indigenistas, que llaman socialistas y que
finalmente los llevan al totalitarismo y al fracaso económico.
Países más institucionalizados como Chile y Brasil han
tenido y tienen presidentes populistas, pero no han podido cambiar el sistema
económico, ni las políticas de desarrollo que venían funcionando adecuadamente,
por lo que el país sigue progresando.
En Venezuela, el Presidente Maduro, ni aun manejado desde
Cuba por Fidel y por twitter – pajarito desde el más allá, podrá solucionar los
problemas y la economía lo va a derrotar y no podrá terminar su mandato. Lo de
ayer fue en resumidas cuentas una victoria pírrica de Maduro. Y ahí viene la
importancia de esta oposición democrática que se ha logrado construir en
Venezuela, con programas, propuesta y que ahora más fortalecida y con gran
apoyo ciudadano garantizara la estabilidad y la reconstrucción del país.
ovidioroca.wordpress.com
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