viernes, 8 de marzo de 2013

EL RIO PIRAI Y TACUAREMBO


EL RIO PIRAI Y TACUAREMBO 

Ovidio Roca

En la década de los setenta, muchas familias cruceñas pasábamos el fin de semana disfrutando del rio Piraí (1). En esa época el rio tenia bastante agua y de forma permanente; en las orillas habían grandes arboles que nos daban sombra, el agua era limpia y fresca y en el curso principal, llegaba arriba de la cintura de los bañistas.

Ahora, cuando miro el Piraí al pasar por el puente hacia el Urubó (2), me da pena verlo convertido en un inmenso y sucio arenal, con apenas un hilo de agua altamente contaminada; salvo obviamente cuando llega un turbión.

Esto es producto básicamente de la deforestación en toda la cuenca, que ha facilitado la erosión de sus arenosas orillas y la colmatación del lecho del rio, además de sufrir los vertidos de aguas contaminadas en todo el curso del rio.  

De existir voluntad para recuperarlo, es posible hacerlo ejecutando proyectos productivos y de protección, aprendido de  las experiencias que sobre este aspecto se tienen tanto en Colombia como Ecuador  y coordinándolos con los respectivos municipios.

El Plan de Uso del Suelo de Santa Cruz (PLUS), establece una faja de protección en las orillas de los ríos y cursos de agua y en el caso específico del rio Piraí (B-P1) es de  mil quinientos metros, desde la orilla. En este bosque de protección no puede haber asentamientos humanos, ni actividad agrícola, es exclusivamente de protección.

Cumpliendo el PLUS y los Planes de Ordenamiento Municipal, es posible diseñar un programa de recuperación del rio Piraí en la que el Servicio de Encauzamiento de Aguas y Regularización del Río Piraí (SEARPI) tiene la competencia. Igual para el rio Grande o Guapay (3).

Una de las primeras acciones que habría que realizar es la delimitación de la franja de protección y establecer los mecanismos para que esta franja de sea respetada y tenga el  control efectivo y la tuición del Municipio respectivo, la Gobernación y el SEARPI.

Un primer aspecto a considerar es que esta iniciativa debe ser conjunta entre la actividad privada y el Gobierno Municipal y para ser sostenible el programa  necesita que se asignen contratos de manejo de la franja de protección, en tramos claramente definidos. Cada tramo necesita tener un dueño, un responsable y esta actividad de manejo debe generar ganancias para el ejecutor, de manera que sea sostenible. Si la actividad no se encara como un negocio rentable,  y el Municipio y la Gobernación no garantizan la seguridad jurídica y protección efectiva, el programa será un fracaso.

Tenemos que entender que la ordenación de cuencas es un trabajo de largo plazo y por tanto las reglas del juego deben ser estables y mantenerse en el tiempo.
Una forma de encarar el manejo es realizando en las orillas  sembradíos  de tacuarembó (4) (guadúa angustifolia). Esta gramínea crece 10 cm cada día y cada rodal produce 30 a 35 Ton/ha/año de materia vegetal. 

El tacuarembó, con su particular sistema radicular entretejido, contribuye a la conservación y recuperación de los suelos, pues amarra y sostiene el suelo en las laderas y orillas de los ríos de tal forma que evita la erosión y permite que en el entorno crezcan otras plantas y se sustente una gran biodiversidad de insectos, aves, animales, etc.
Su enraizamiento, además de controlar el escurrimiento de las aguas de lluvia y evitar la erosión de las orillas, permite la infiltración del agua que alimenta los acuíferos locales. De esta manera una hectárea de tacuarembó puede almacenar hasta treinta mil litros de agua, la que en época seca se devuelve al río.

Las aguas del rio al arrastrar menos sedimentos, los que son retenidos por los sembradíos de tacuarembó, tienen mayor capacidad de arrastre de arenas y poco a poco cavan, profundizan y estabilizan el cauce.

Este bambú criollo tiene además un efecto purificador y embellecedor del entorno. Las laderas y orillas de los ríos cubiertas con el mismo son paisajes dignos de contemplación y admiración. Es además un gran productor de oxígeno y fijador de dióxido de carbono, que lo hace un candidato para los bonos de carbono.

Otra variedad criolla de bambú. El guapá (Guadua paniculata)  se desarrolla en zonas mas secas y sus hojas y yemas se utilizan como forraje para ganado, las varillas para diversos usos artesanales.

Al margen de los beneficios ambientales, protección de las orillas y profundización del cauce del rio. El aprovechamiento, bajo manejo, del tacuarembó se convierte en un negocio rentable, especialmente por su rápido crecimiento y por ende su pronta cosecha.

Sus principales usos económicos y productivos son:

Artesanales: Por su forma, flexibilidad, dureza y resistencia,  el tacuarembó es un adecuado material para la elaboración de muebles, artesanías y multitud de enseres.

Arquitectónico: por su resistencia y versatilidad, es un insustituible material de construcción de viviendas de toda clase, casas de lujo, cabañas turísticas y es auxiliar en la construcción, donde se la usa en andamios o como soporte de encofrados.

Agroindustrial: Alrededor de las plantaciones de tacuarembó se inicia una serie de nuevas industrias, como es la fabricación de laminados, aglomerados, pulpa para papel, palillos, muebles, instrumentos musicales, artesanías y hasta alcohol y alimento.

Para ser efectivo el Plan de debe contemplar el desarrollo integral de la cadena productiva, identificando el mercado para esta materia prima vegetal, y los talleres e industrias de transformación que permiten tener productos disponibles para la venta.

Referencias etimológicas:

(1) Piraí: guaraní. palometa, piraña
(2) Urubó: guar. urubú; gallinazo, sucha.
(3)  Guapay: guar. guapoi; bibosi (ficus indica): guar. y; rio.  Otra versión, Guapay; chiquitano. Guapá (guadia paniculata): guar. y; rio.
(4) Tacuarembó: guar. takuára; bambú y guar. tembó; vástago, falo.

ovidioroca.wordpress.com

No hay comentarios: