EL RIO PIRAI Y TACUAREMBO
Ovidio Roca
En la década de los setenta, muchas familias
cruceñas pasábamos el fin de semana disfrutando del rio Piraí (1). En esa época
el rio tenia bastante agua y de forma permanente; en las orillas habían grandes
arboles que nos daban sombra, el agua era limpia y fresca y en el curso
principal, llegaba arriba de la cintura de los bañistas.
Ahora, cuando miro el Piraí al pasar por el puente
hacia el Urubó (2), me da pena verlo convertido en un inmenso y sucio arenal,
con apenas un hilo de agua altamente contaminada; salvo obviamente cuando llega
un turbión.
Esto es producto básicamente de la deforestación en toda
la cuenca, que ha facilitado la erosión de sus arenosas orillas y la colmatación
del lecho del rio, además de sufrir los vertidos de aguas contaminadas en todo
el curso del rio.
De existir voluntad para recuperarlo, es posible hacerlo
ejecutando proyectos productivos y de protección, aprendido de las experiencias que sobre este aspecto se
tienen tanto en Colombia como Ecuador y
coordinándolos con los respectivos municipios.
El Plan de Uso del Suelo de Santa Cruz (PLUS),
establece una faja de protección en las orillas de los ríos y cursos de agua y
en el caso específico del rio Piraí (B-P1) es de mil quinientos metros, desde la orilla. En
este bosque de protección no puede haber asentamientos humanos, ni actividad
agrícola, es exclusivamente de protección.
Cumpliendo el PLUS y los Planes de Ordenamiento
Municipal, es posible diseñar un programa de recuperación del rio Piraí en la
que el Servicio de Encauzamiento de Aguas y Regularización del Río Piraí (SEARPI)
tiene la competencia. Igual para el rio Grande o Guapay (3).
Una de las primeras acciones que habría que realizar
es la delimitación de la franja de protección y establecer los mecanismos para
que esta franja de sea respetada y tenga el control efectivo y la tuición del Municipio
respectivo, la Gobernación y el SEARPI.
Un primer aspecto a considerar es que esta
iniciativa debe ser conjunta entre la actividad privada y el Gobierno Municipal
y para ser sostenible el programa necesita
que se asignen contratos de manejo de la franja de protección, en tramos
claramente definidos. Cada tramo necesita tener un dueño, un responsable y esta
actividad de manejo debe generar ganancias para el ejecutor, de manera que sea
sostenible. Si la actividad no se encara como un negocio rentable, y el Municipio y la Gobernación no garantizan
la seguridad jurídica y protección efectiva, el programa será un fracaso.
Tenemos que entender que la ordenación de cuencas es
un trabajo de largo plazo y por tanto las reglas del juego deben ser estables y
mantenerse en el tiempo.
Una forma de encarar el manejo es realizando en las
orillas sembradíos de tacuarembó (4)
(guadúa angustifolia). Esta gramínea crece 10 cm cada día y cada rodal
produce 30 a 35 Ton/ha/año de materia vegetal.
El tacuarembó, con su particular sistema radicular
entretejido, contribuye a la conservación y recuperación de los suelos, pues
amarra y sostiene el suelo en las laderas y orillas de los ríos de tal forma
que evita la erosión y permite que en el entorno crezcan otras plantas y se sustente
una gran biodiversidad de insectos, aves, animales, etc.
Su enraizamiento, además de controlar
el escurrimiento de las aguas de lluvia y evitar la erosión de las orillas, permite
la infiltración del agua que alimenta los acuíferos locales. De esta manera una
hectárea de tacuarembó puede almacenar hasta treinta mil litros de agua, la que
en época seca se devuelve al río.
Las aguas del rio al arrastrar
menos sedimentos, los que son retenidos por los sembradíos de tacuarembó, tienen
mayor capacidad de arrastre de arenas y poco a poco cavan, profundizan y
estabilizan el cauce.
Este bambú criollo tiene además
un efecto purificador y embellecedor del entorno. Las laderas y orillas de los
ríos cubiertas con el mismo son paisajes dignos de contemplación y admiración. Es
además un gran productor de oxígeno y fijador de dióxido de carbono, que lo
hace un candidato para los bonos de carbono.
Otra variedad criolla de bambú.
El guapá (Guadua paniculata) se
desarrolla en zonas mas secas y sus hojas y yemas se utilizan como forraje para
ganado, las varillas para diversos usos artesanales.
Al margen de los beneficios
ambientales, protección de las orillas y profundización del cauce del rio. El
aprovechamiento, bajo manejo, del tacuarembó se convierte en un negocio
rentable, especialmente por su rápido crecimiento y por ende su pronta cosecha.
Sus principales usos económicos y
productivos son:
Artesanales: Por su forma,
flexibilidad, dureza y resistencia, el
tacuarembó es un adecuado material para la elaboración de muebles, artesanías y
multitud de enseres.
Arquitectónico: por su
resistencia y versatilidad, es un insustituible material de construcción de
viviendas de toda clase, casas de lujo, cabañas turísticas y es auxiliar en la
construcción, donde se la usa en andamios o como soporte de encofrados.
Agroindustrial: Alrededor de las
plantaciones de tacuarembó se inicia una serie de nuevas industrias, como es la
fabricación de laminados, aglomerados, pulpa para papel, palillos, muebles,
instrumentos musicales, artesanías y hasta alcohol y alimento.
Para ser efectivo el Plan de debe
contemplar el desarrollo integral de la cadena productiva, identificando el
mercado para esta materia prima vegetal, y los talleres e industrias de
transformación que permiten tener productos disponibles para la venta.
Referencias etimológicas:
(1) Piraí:
guaraní. palometa, piraña
(2) Urubó:
guar. urubú; gallinazo, sucha.
(3) Guapay: guar. guapoi; bibosi (ficus indica): guar.
y; rio. Otra versión, Guapay; chiquitano.
Guapá (guadia paniculata): guar. y; rio.
(4) Tacuarembó:
guar. takuára; bambú y guar. tembó; vástago, falo.
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