Ovidio Roca
El manejo político de las sociedades latinoamericanas
en los últimos setenta años ha sido complejo; tiempo atrás los grupos comunistas para tomar el poder
e inspirados en Cuba apostaron por la guerrilla y les fue como la mona; luego de
la caída de la Unión Soviética y con el Foro de San Pablo surge el llamado
Socialismo del Siglo XXI que apostó por la toma del gobierno mediante
elecciones, lográndolo en varios países y con nefastos resultados para la
economía y la libertad de los ciudadanos. Luego se llegó a pensar que no se necesitaban
nuevas fórmulas porque se había encontrado en la democracia populista lo más
acorde a sus aspiraciones; manejar a su sabor las elecciones y el poder que nunca
cambia de manos, sin embargo su incapacidad de generar economía, producción y
bienestar los hizo fracasar y fueron ganando la repulsa de los ciudadanos y ahora
están aún peor pues se acabó el financiamiento venezolano, aunque les queda el
del narcotráfico.
Lo que hemos visto en
estos años de populismo son Gobiernos que han mostrado su absoluta incapacidad para
generar producción y una desmedida corrupción, por lo que para financiarse se vinculan
con el narcotráfico y carteles terroristas tornando inviables sus países y haciendo
que la gente salga corriendo en busca de un lugar mejor donde vivir.
Estos movimientos comunistas
que de inicio utilizaron la violencia armada en la etapa guerrillera y luego la
táctica electoral; en estos últimos dos años, manejan una nueva estrategia para
retomar el poder y son el caos social y los disturbios callejeros. Esto lo
vemos en varios países de la región y también en Chile, que suponíamos que era
el modelo más exitoso de economía y democracia liberal. Como vemos en el
comunismo todo cambia pero todo sigue igual.
En Bolivia gracias a un liderazgo decidido y la
valiosa acción del pueblo estamos tratando de salir del caos populista cocalero.
Por ahora nos toca trabajar en dos frentes bastante
complicados: por un lado recuperar la economía y el aparato productivo del país
en una fase de recesión económica mundial y por otra reconstruir la
institucionalidad destruida, por lo que
necesitamos estar unidos y contando con la gente más idónea posible para
recuperar el país y hacerlo en un marco democrático. El problema es que no
sabemos elegir a nuestros dirigentes.
En nuestra vida cotidiana cuando contratamos un
cocinero, un chofer o un médico, usamos la racionalidad y el sentido común y buscamos
alguien que efectivamente sepa cocinar, manejar un vehículo o tratar las
dolencias de las personas; pero cundo elegimos un político no nos preguntamos
si tiene experiencia y conocimiento para gobernar el país, si tiene plan de
gobierno y capacidad para dirigir un equipo de colaboradores idóneos. De seguro
que no, pues la preocupación es: si es carismático, si es joven, hombre, mujer,
blanco, negro, indio, homosexual; lo que importa es la imagen, como luce y poco
nos preocupa si tiene la capacidad y el carácter para realizar la difícil tarea
de gobernar; todo esto como si se tratara de un concurso de popularidad para
actores de telenovela. El problema es que el sentido común es el menos común de
los sentidos.
Se vienen tiempos difíciles para nuestra sociedad y necesitamos contar con una ciudadanía
comprometida y líderes con capacidad, fortaleza y responsabilidad para
enfrentar estos nuevos tiempos de recesión económica, cambio tecnológico, caos
y disturbios sociales y para esto necesitamos utilizar el sentido común para
elegir a la gente más idónea y con propuesta, voluntad y capacidad de gobernar.
ovidioroca.wordpress.com