Más temprano que tarde va a tocar a los jóvenes, a los que aun permanezcan en Bolivia, la difícil tarea de reconstruir el país.
Y vaya país el que va a dejarles esta banda de estalinistas e indigenistas chapuceros, quienes con su soberbia e incompetencia en el manejo del Estado están destruyendo la nación. Han destruido inicialmente la confianza, que es la base de todo emprendimiento humano, han continuado con el sistema económico, el aparato productivo, la agricultura, las instituciones democráticas, han promovido el populismo y destruido el sentido de responsabilidad social, el orgullo del trabajo honesto y la capacidad de producir; han promovido una mentalidad de esperar del gobierno la solución de todos sus problemas personales y peor aun, han empujado a muchos emprendedores a conseguir riqueza y poder mediante los negocios ilícitos, donde la droga es la principal fuente de ingresos.
Han impuesto una constitución que atiza el racismo y promueve la confrontación regional; que desconoce a la nación boliviana penosamente construida en cinco siglos y reconoce derechos mentirosos a 36 tribus (cuando sabemos que es un grupículo palaciego el que manda) excluyendo a la mayoría mestiza boliviana.
Por azares de la economía, el Estado boliviano como nunca antes en la historia del país, recibió (entre el 2006 y el 2010) ingresos generales por alrededor de 60 mil millones de dólares, fruto de los altísimos precios internacionales de las materias primas y leyes impositivas que ellos no elaboraron. Con estos ingresos deberíamos haber fortalecido nuestra capacidad de producción, especialmente en alimentos, los que ahora necesitamos importar y cada vez en mayor cantidad.
El daño que el MAS ha hecho a Bolivia, es aun peor que un terremoto o un tsunami, pues con su predica nefasta han afectando el alma de la nación, a su moral, a su institucionalidad, al respeto a la ley, a los conceptos de trabajo y de responsabilidad, al apego a la educación y la superación personal. Han destruido la industria de hidrocarburos y expulsado las inversiones que garantizaban nuestras fuentes de energía; han destruido nuestra capacidad de producir el pan, el azúcar, el maíz, la carne, la papa, y una lista cada vez es más grande, como enla Venezuela Chavista.
Como no es posible vivir eternamente engañando y engañados, el pueblo ya esta perdido la esperanza y mas aun la confianza en el “procesos de cambio”; mucha gente creía en la ilusión del cambio, del vivir bien, pero la realidad que sienten en su estomago vacío, en sus piernas cansadas durante las largas colas para conseguir un kilo de azúcar y luego esperar horas y horas un micro que lo lleve a su barrio al que también teme llegar pues esta plagado de delincuencia e inseguridad. Y es en estos momentos que descubren la gran mentira que le endosaron los estalinistas e indigenistas, a los que los ve felices con casa y pensión gratis, autos y aviones gratis para ir donde quieran; dirigentes que ellos encumbraron y que como no compran porque se los dan gratis, no saben que faltan los productos en los mercados y que están caros y tampoco tienen problemas para moverse a cualquier parte del mundo a costa del Estado, disfrutando de su poder y sus cuentas en el exterior
Un desastre natural es posible de ser reparado cuando el país tiene instituciones, líderes honestos y creíbles y capacidad empresarial y tecnológica, como lo esta logrando últimamente Chile. Si un país no las tiene, no es posible que pueda hacerlo ni aun con millonarias ayudas. Un triste ejemplo es Haití donde por mas dinero que le inyecten no hay capacidad de manejar ni siquiera la distribución de la ayuda y menos pensar en reconstruir el país, por lo que ahora se esta pensando en un Protectorado para que administre este país fallido. De ahí la importancia de la institucionalidad sólida que debemos construir y preservar.
Como mas temprano que tarde, el gobierno va a caer o lo van a tumbar como resultado de la crisis económica y el deterioro social, el problema es quien se hace cargo del muerto. De un país enfrentado, con su aparato productivo paralizado, con un conjunto de leyes que entrampan al país y a la gente, con una población que desconoce y no cree en las normas y que aprendió a presionar y bloquear para pedir que el Estado todo poderoso le soluciones su problemas personales, gremiales y sectoriales; un estado de anomia y anarquía.
En este camino de la transición de gobiernos que fracasan y se derrumban, la experiencia de Egipto a diferencia de Cuba es que el Ejército como institución esta garantizando la transición, para evitar las masacres, al decidir no apoyar al tirano. En Cuba como en Venezuela y Bolivia el ejército (no sabemos si en su totalidad) ha sido comprado por el tirano y ahora falta descubrir el mecanismo que garantice la transición.
Y aquí nuevamente el reto para los jóvenes: necesitamos urgente prepararnos y organizarnos para reconstruir el país, necesitamos construir un futuro compartido para todos y sin excepciones. Sabemos que las naciones se estructuran a partir de tradición y memoria de sus ciudadanos, pero sobre todo con la voluntad creadora de sus líderes para construir y esta construcción es específica para cada realidad, para cada nación.
Una cosa que ha puesto en evidencia el MAS es la temática indígena y la exclusión social. Nuestro país es diverso geográfica, étnica y culturalmente y como la unidad no es necesariamente la uniformidad, nuestro camino es el de una sociedad unida pero respetando su diversidad y aquí viene el modelo de Autonomías que permite que los ciudadanos puedan enfrentar y solucionar sus necesidades en su región y dentro de sus propios valores y perspectivas. El derecho a la igualdad fue una conquista de las revoluciones europeas del siglo XVIII, el derecho y el respeto a la diferencia es una conquista de nuestro tiempo.
En este proceso de reconstrucción, los partidos políticos estructurados y con doctrina y propuestas son fundamentales pues son la base de la democracia. Estos actualmente están desacreditados al haber funcionado como fuentes de pegas, de negocios y de poder y no de construcción de país, con economía productiva, con trabajo; pero ellos son un pilar que debe ser rescatado e impulsado.
Ante la avalancha actual de estatismo y populismo, en el trabajo de reconstrucción nacional, debemos reivindicar los valores de la libertad y la responsabilidad, la iniciativa personal, la empresa privada, la educación técnica y por eso el llamado a los jóvenes a quedarse y asumir el reto de reconstruir el país, que es de ellos, los bonosolistas ya estamos de ida. El enfoque del desarrollo no será el del simple crecimiento económico; el desafío es la inclusión por el trabajo, la educación, la ciencia y el desafío tecnológico para lograr una mejor calidad de vida, con mayor productividad y menos contaminación.
En esta reconstrucción debemos empezar en lo local, donde viven las personas concretas con sus problemas y sus propias alternativas; aplicando y asumiendo el modelo de Autonomías para manejar los programas y proyectos, desde su propia visión cultural y con dirigentes probos, que asumen la responsabilidad de dirigir con los riesgos y responsabilidades que ello implica, pues el interés común y de largo plazo casi siempre choca con intereses sectoriales y de corto plazo. No se debe repetir la actitud de nuestras autoridades municipales que abjuran de su Autonomía, jugando al calculo político inmediatista y dejando librada a la ciudadanía en esta crisis de transporte urbano.
El MAS ha tomado la “nave del Estado” y no saben manejarla, han equivocado el rumbo y nos conducen al desastre, la están destruyendo y de paso a los pasajeros, ya es hora de que una nueva generación tome el control.